on Saturday, February 25, 2012
"Todos debemos auxiliar a nuestro prójimo, porque las buenas acciones raras veces quedan sin recompensa, y aun en el caso de no obtenerla, al menos su práctica no puede causar la muerte, ni perjuicio, ni ignominia".

ARIOSTO (Luís), uno de los más grandes y más excelentes poetas italianos; nació en Regio, donde su padre Nicolas era gobernador en 1474. Manifestó desde niño sus talentos para la poesía. El cardenal Hipólito de Est, que le miraba con particular cariño, quiso tenerle siempre al lado hasta su muerte, y su hermano Alfonso I, Duque de Ferrara le llamó a su corte ansioso de disfrutar continuamente del trato del joven Ariosto, porque la conversación de éste era una verdadera delicia para aquel príncipe. Poseía perfectamente Ariosto la lengua latina, pero quiso más bien escribir sus obras en italiano. El cardenal Bembo quiso disuadirle de este propósito, exponiéndole que adquiriría mayor gloria escribiendo en latín, por ser una lengua más rica y armoniosa. Más bien quiero, respondió el Ariosto, ser el primero entre los escritores italianos, que el segundo entre los latinos

El poeta había construído una casa con un jardín, en Ferrara, que era el lugar donde comunmente meditaba y componía. Esta casa respiraba la sencillez de un filósofo por lo cuál le preguntaron un día, porque no la hacía más magnífica, ya que había tan noblemente descrito en su Orlando tantos palacios magníficos, y tantos bellos pórticos y fuentes agradables, a lo cuál respondió: que con más facilidad y prontitud se unían las palabras que las piedras. Padecía de tal manera su oído cuando se leían sus versos con poca gracia, que un día oyendo a un alfarero que estropeaba cantando una estancia del Orlando, entró en su tienda y rompió muchos cacharros que estaban en venta. Encolerizóse el artífice y Ariosto le respondió: Aún no me he vengado bastante, pues no he roto más que una docena de tus vasijas que no valen 20 sueldos, y tu me has estropedo una estancia de un precio considerable.

Aunque muy sensible Ariosto a los placeres del amor, lo era aún más a los sentimientos puros de la naturaleza. Amó tiernamente a su madre, y en su vejez la trató con el mayor respeto. Su carácter era benéfico, y su virtud y su probidad tan conocidas, que un clérigo viejo que poseía tres o cuatro ricos beneficios y que temía ser envenenado por alguno de aquellos que debían  sucederle, eligió al Ariosto con preferencia a todos sus amigos para que habitase con el. 

Estuvo encargado durante algún tiempo del gobierno de una provincia del Apenino, la cuál se había rebelado y estaba infestada de bandidos y contrabandistas. Ariosto siempre activo y celoso del cumplimiento de su deber, restableció el sosiego y en la provincia un grande imperio sobre los ánimos de todos y particularmente sobre aquellos malvados. Cierto día en que el gobernador poeta, más pensativo de lo acostumbrado, había salido en bata de una fortaleza donde solía residir, cayó en manos de los malévolos; y como uno de ellos que le conoció, advirtiese a los demás que aquel sujeto era el Sr. Ariosto, al oir el nombre del autor del poema de del Orlando Furioso, todos aquellos hombres desalmados se arrojaron a sus pies y le acompañaron hasta la entrada de la fortaleza diciéndole, que la fama de su virtud y de su mérito, les hacía respetar en persona el título de gobernador

Ariosto que era de una salud muy delicada, se vio muchas veces en la precisión de tener que recurrir a los médicos, y manifestó mucha serenidad y constancia en su postrera enfermedad, diciendo por último a los que estaban presentes: que muchos de sus amigos habían ya marchado, que él deseaba volver a verlos, y que cada momento que pasaba, le hacían desfallecer hasta que llegase a tener aquella felicidad. Murió de una enfermedad de languidez, en el año 1535, a la edad de 59. Dejó dos hijos ilegítimos que tuvo de una amante llamada Alejandra, con quien se hubiera casado a no ser por el temor de perder sus beneficios. 

Habíase adquirido fama este poeta desde un principio con sus Sátiras y después con sus cinco Comedias, en las que hay grande artificio poético y verdadera fuerza cómica, y las cuáles fueron representadas con aplauso repetidas veces en la corte de Ferrara que era entonces una de las más magníficas de Europa. Estas comedias se compararon al publicarlas con Plauto y Terencio. La intitulada los Supuestos fue la más aplaudida y lo es todavía en Italia.

Diose también a conocer el Ariosto con algunos sonetos, madrigales, balatas, canciones, etc.; pero la obra que le ha hecho inmortal es su poema de Orlando Furioso. -Si se quiere comparar sin preocupación, dice un buen ingenio, la Odisea de Homero con el Orlando de Ariosto, el poema italiano prevalece por todos respetos. Ambos tienen un mismo defecto, cual es la intemperancia de la imaginación, y un romancesco increíble; pero el Ariosto ha compensado este defecto con alegorías tan verdaderas, con sátiras tan finas, con un conocimiento tan profundo del corazón del ser humano, con las sales cómicas que suceden continuamente a los pasajes fuertes y terribles; en fin con tan innumerables bellezas en todo género, que él ha encontrado el secreto de hacer un monstruo maravilloso.

El gran talento de Ariosto se admira en aquella facilidad con que pasa continuamente de lo serio a lo festivo, de lo festivo a lo grave, y de lo grave a lo sublime. Él va y viene de las descripciones terribles a las pinturas más voluptuosas, y de estas pinturas a la más sabia moral. Lo que hay en él de más extraordinario, es el saber interesar vivamente por sus héroes, y heroínas, no obstante que componen un número prodigioso en su poema. En él se encuentran casi otros tantos acontecimientos que conmueven, cuantas son las aventuras grotescas. Su lector se acostumbra tan bien a esta variedad que pasa del uno al otro sin quedarse absorto. Su poesía es finalmente una pintura viva de la naturaleza con todas las gracias de esta. Echósele en cara no obstante que había oscurecido esas bellezas por falta de arte y verosimilitud. Los poetas de su tiempo sacaban sus ficciones de los libros de caballería y de los romances, resultando de aquí aquellos episodios tan ajenos del argumento, aquellas fábulas, y aquel excesivo maravillosos que incomoda y causa tedio. Y aunque tambien se dijo de Ariosto, y con algún fundamento, que hablaba bien e inventaba mal, los buenos talentos de la Italia estaban dudosos todavía sobre cuál de los dos poetas debe ser preferido; si el Ariosto o el Tasso.

Algunos han dicho que el sepulcro del Orlando estaba en la Jerusalen libertada. Otros han querido encontrar en el poema del Tasso imitaciones del de Ariosto. La Armida, dicen estos, es casi semejante a Alcina; el viaje de los dos caballeros que van a desencantar a Reinaldo, parece imitación del viaje de Astolfo; pero es preciso confesar que tales semejanzas estan harto lejanas. Parece no obstante que estos dos poetas no deben ser puestos en paralelo, y digan de esto lo que quieran muchos italianos, la Europa, como dice un célebre crítico, no comparará al Ariosto con el Tasso, sino cuando se ponga la Eneida al nivell de D. Quijote, y el Callota al del Correggio.

Se cuenta que el cardenal de Est, a quien Ariosto dedicó su poema, le dijo riendo: Sr. Luís, ¿de dónde diablos ha sacado V. tantos disparates? Efectivamente tienen muchos, al mismo tiempo que los lectores circunspectos encontrarán algunos pasajes en que no serán inútiles las precauciones, si quieren mantener ilesa y salva su virtud. La-Fontaine ha sacado de ellas una parte de sus cuentos, y Voltaire algunas de sus ficciones en un poema obsceno que esta muy lejos de llegar a interesar como el Orlando. Es una gran ventaja de la lengua italiana, o digamos más bien un mérito raro en el Tasso y el Ariosto, que poemas tan largos y en octavas rimas no fatiguen al oído, y que el poeta no parezca casi nunca en tortura.

Los franceses tienen en su lengua varias traducciones del poema del Orlando; pero en ninguna de ellas se encuentra aquel fuego, ni aquella viveza y jovialidad que se admiran en el original. El señor Rolli publicó en Londres en 1716 una hermosa edición de todas las obras del Ariosto en 8, pero la más magnífica de todas las ediciones y la más digna de adornar un gabinete de lectura de un hombre de gusto, es sin contradicción la publicada en 1772 en cuatro tomos en 4, por Molini, librero italiano. Esta impresión que salió de las célebres prensas de Baskerville, es tan distinguida por la belleza de las láminas con que está adornada, como por la parte tipográfica.

Fuente: DICCIONARIO HISTÓRICO O BIOGRAFÍA UNIVERSAL. Imprenta de N. Oliva y Sobrino (1830)

Sugerencia: ver también la biografía de Ludovico Ariosto en TRECANNI.IT (en italiano). En Google Books puede encontrarse el Orlando Furioso de Ariosto en la versión de los editores Gaspar y Roig de 1851. Sin embargo, en cuanto a las ediciones disponibles, la más recomendable es la traducción de José María Micó, Madrid, Espasa ~ Biblioteca de Literatura Universal, 2005. Nueva edición: Madrid, Espasa, 2010. Dicha traducción ha obtenido los siguientes reconocimientos:

PREMIO INTERNAZIONALE DIEGO VALERI (Monselice, Italia, 2005).
PREMIO NACIONAL A LA MEJOR TRADUCCIÓN (España, 2006).
PREMIO NAZIONALE PER LA TRADUZIONE (Italia, 2007).

Desde que el mundo es mundo los pícaros se las han ingeniado para sacar la lengua y los cuartos a las gentes de bien o de posibles (así llamados unos por las virtudes que les adornan, y otros por la fortuna de que disfrutan). Según han ido mudando los tiempos han mejorado los procedimientos para conseguir tan torpes hazañas y, a estas alturas en las que pocas cosas alcanzan la perfección, los logreros de mayor o menor envergadura se alzan con el triunfo batiendo día tras día y a conciencia el record de la maldad. No obstante, todos y cada uno de ellos resultan simples aprendices si los comparamos a esa pandilla de mal nacidos e indeseables que son capaces de destruir la inocencia, robar la ilusión o traicionar la confianza de un niño. Éstos merecerían vivir eternamente hambrientos, sedientos, llagados, lacerados, asfixiados, abrasados o ateridos, expuestos a todos los duelos imaginables y además sabiendo que nunca cejaría su sufrimiento, porque les estaría prohibido morir.

Y digo esto, porque aunque las letras mayúsculas de los periódicos se ocupan de contarnos cómo, tras la celebración de las Elecciones, el panorama que se presenta es como pasa salir corriendo antes de morir en el intento, en casi todos los diarios, aunque en letra menuda, como aprovechando el rinconcito que dejó pendiente un anunciante quisquilloso o una noticia poco cuajada, nos encontramos con que hay algún niño de aquí o de allá -da igual de donde sea porque todos los niños son nuestros-, al que han herido de palabra o de obra. Ya no son solo los ojos enormes de un niño africano que muere de inanición, ni los de los miles de huérfanos y heridos de las distintas y estúpidas guerras que por el mundo han sido, los que nos quitan el sueño. No necesitamos coger el avión para restañar heridas porque en nuestra España, otra vez más de sombras que de luces, también hay niños que pasan hambre de pan o de amor, o de ambas cosas. A algunos de ellos recién nacidos los tiran al cubo de la basura; a otros, los suyos o los ajenos los violan, abusan de ellos o les propinan tales palizas que a punto están de perder la vida. Por si esto fuera poco, ahora nuestros adolescentes se sienten tan desamparados tan solos -o tan perseguidos- y tan tristes, que beben para olvidar, cuando apenas han estrenado el recuerdo, se inyectan las drogas más letales para flotar en paraísos de muerte o abandonan desafiantes sus hogares.

Los menores de entre ellos en vez de jugar a cow-boys o a las muñecas juegan a lo que ven y no deberían ver en la "tele", y amedrentados y desvalidos... cogen el primer frasco de píldoras que encuentran a mano y... se suicidan.

En la otra cara de la medalla hay unos jóvenes que, aparentemente, no carecen de nada, incluso han tenido una buena educación, aunque posiblemente demasiado permisiva, en la que quedaban siempre claros sus derechos pero no sus deberes, y han contado con unos padres indulgentes que, aun sin desearlo, comienzan a torcer el tallo de sus vidas; propiciando que se consideren los dueños de la creación; menoscabando su autoridad y la de cualquiera de sus educadores, y dejando que, en esa confusión de valores, a la primera contradicción o reprimenda se subleven radicalmente, volviéndose contra ellos, especialmente contra la madre,  emprendiendo  en su contra un camino de violencia y  sádica crueldad.

Así las cosas, comienza entonces un calvario para las familias de muy difícil diagnóstico y solución. 

El problema no se produce de la noche a la mañana, sino que  se dilata en el tiempo. En una primera fase y, cada vez con mayor frecuencia, se producen contestaciones fuera de tono y desobediencias reiteradas, pasando luego a los insultos más despiadados y groseros  para que, al final, el joven rebelde –las chicas aún son minoría- termine por emprenderla a bofetadas, empujones y atropellos, iniciándose así una espiral de malos tratos que puede abocar en un dramático final.

En la mayoría de los casos esta actitud sólo se produce dentro del hogar, aunque hay signos externos perceptibles en la conducta del violento puesto que, simultáneamente, menosprecia a sus profesores; coquetea con las drogas hasta caer en ellas; se burla de cualquier reconvención; frecuenta malas compañías; deja de asistir a clase, no acata la disciplina, o se fuga de casa durante varios días sin dar la menor explicación.

Al principio de la rebelión los padres no creen lo que está sucediendo e intentan meter la cabeza debajo del ala. “ Son cosas de la adolescencia; seguro que esto es una situación pasajera. Hay que apartarle de ese grupo de amigos y, sobre todo, hacerle más caso y darle mucho cariño. Cuando comprenda cuanto le queremos, esto acabará”. Con estos y otros tardíos razonamientos que esconden el espeluznante terror de perder al hijo,  demoran la consulta, ocultan la vergüenza de admitir este proceder en su propia sangre y sufren en silencio un chantaje atroz y cobarde que suele ir cada día a más. Esta es la peor reacción de todas las posibles, ya que es en los inicios del problema donde la forma de atajarlo resulta más eficaz, por lo que sería vital, emprender campañas informativas en los medios públicos, para que cuando estos padres, que se encuentran totalmente desbordados, derrotados e impotentes, conscientes de su fracaso como padres y con el profundo desgarro de tener que denunciar a su hijo, sean conscientes de  que su silencio está llevando a uno y a otros al borde del precipicio y olvidándose de sí mismos se muestren capaces de dar el paso definitivo antes de que las cosas vayan a más.

En las primeras fases puede haber situaciones  en las  que el simple alejamiento del entorno paterno del conflictivo muchacho, y su integración en otros círculos familiares, abuelos, tíos, etc., unido a un tratamiento psicológico de padres e hijo, sea suficiente para ir propiciando el cambio en el chaval. En casos más peliagudos, los partes médicos de los hospitales y, en algún caso extremo la denuncia de los propios padres, familiares o vecinos, aconseja abrir el proceso para la incoación de un expediente que el Juzgado de Menores se encargará de instruir. 

Hace tempo que se vienen organizando, a su vez, asociaciones de padres maltratados que ayudan a reconocer, evaluar y solucionar estas tragedias de índole familiar, pero, aún así, el número de casos va creciendo a un ritmo del 35% anual, por lo que es el momento de que nos preguntemos de nuevo si no seremos nosotros los culpables por haber comprado nuestra ausencia con un mundo virtual, ficticio y solitario de aparatos electrónicos sin cuento; por haber creado una sociedad aislada y permisiva que solo ocultaba nuestro cobarde miedo a asumir la propia responsabilidad; por haber comunicado con nuestra actitud que no había más rey ni roque que el dinero; por haber creído que la sociedad del bienestar es  poseer más que el que va delante, sin mirar hacia atrás para compartir con otros lo que tenemos de más; por haber desterrado los valores comunes del esfuerzo, la generosidad y el sacrificio que durante tantos siglos fueron útiles y buenos y nos ayudaron a progresar; por estar inmersos en la absurda convicción de que trabajar por y para ellos es más importante que acompañarlos en su caminar. 

Por todo ello, hay que aprovechar los albores del año para reflexionar, porque no hay un solo padre ni una sola madre de entre los bien nacidos, que no se deje la piel en el intento para dar a sus hijos lo mejor, y si ponemos todos manos a la obra y estudiamos a fondo donde está el error, no tardaremos mucho tiempo en conseguir que esos días infinitamente tristes en el que algún padre o madre sufre los malos tratos propiciados por los hijos de la ira de esta generación, sean tan sólo un mal sueño del que por fin despertamos cuando fuimos conscientes de que no hay mejor riqueza para dejar a un hijo que una buena y, si es necesario, severa educación.

Por Elena Méndez-Leite

on Friday, February 24, 2012


"Espero que la vida te trate bien; espero que se cumpla todo aquello que soñastes y te deseo alegría y felicidad... Pero sobre todo, te deseo amor". Whitney Houston

Publicamos hoy el artículo que nos remite Martín Hernández-Palacios, escrito en marzo de 2007 para EXPANSIÓN Y EMPLEO y en donde acertadamente y casi de forma premonitoria, ponía de relieve el marcado contraste entre el indudable éxito profesional y las dificultades personales por las que ya atravesaba en aquellos momentos la magnífica cantante, que al final lamentablemente no ha sido capaz de superar.

Sirva también este artículo como sentido homenaje a una de las voces más prodigiosas, claras, elegantes, intensas, apasionadas y emotivas de todos los tiempos, cuya música siempre consiguió emocionarme, tocando con su magia ese rincón en donde algunos guardamos nuestros más profundos sentimientos, a los que con su maravillosa voz también Whitney contribuyó a dar forma.

Por eso y por encima de sus defectos, de sus problemas o de sus dificultades para encarar la vida personal, tan humanos como su increíble voz, siento una profunda deuda de gratitud con quien dando lo mejor de si misma, supo contribuir a que otros muchos pudiéramos ser algo mejores, pues todo aquello que alimenta y mantiene vivas nuestras emociones, es precisamente lo que nos permite descubrir y vivir con intensidad nuestra parte más humana.

Whitney supo encontrar dentro de ella ese maravilloso tesoro que la vida le había otorgado y con absoluta entrega y generosidad quiso compartirlo hasta el último minuto, quizás hasta el punto de olvidarse de vivir para ella misma. Tal vez por ello y como compensación, su recuerdo permanecerá indeleble en la mayoría de nosotros y su voz seguirá contribuyendo a hacer de nuestro mundo un lugar en donde, a pesar de todo, merece la pena seguir viviendo.

Por Alberto de Zunzunegui

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EL CASO WHITNEY HOUSTON

Desde el punto de vista empresarial, la dramática situación personal de la cantante y actriz norteamericana Whitney Houston, nos lleva a reafirmarnos en nuestra convicción de fomentar aún más las políticas de conciliación de la vida personal y laboral y a humanizar la empresa.

La famosa cantante y actriz Whitney Houston ha sido objeto de atención recientemente por tener que subastar más de cuatrocientos objetos personales para saldar algunas deudas. Como admirador de esta artista la sorprendente noticia me lleva a reflexionar sobre la trayectoria vital y profesional de esta excelente intérprete. Houston es una de las más cotizadas solistas del planeta y su carrera profesional está plagada de una gran cantidad de éxitos en el campo musical y del cine.

Ha obtenido seis premios Grammy, varios American Music Award y un MTV Movie Award. Llegó a vender más de cien millones de copias de sus discos y más de cincuenta millones de sencillos. Está considerada una de las tres mejores voces de toda la historia; su atracción ante el público es tal que a raíz de ser elegida en una ocasión para interpretar el himno estadounidense, consiguió que este se convirtiera en un superventas. Algunas de sus canciones alcanzaron cotas de éxito difícilmente superables y en su dilatada carrera consiguió siete números uno en estados Unidos. Además se labró su carrera a base de tesón, constancia perseverancia y un duro trabajo; sus comienzos no fueron fáciles, pero llego al estrellato gracias a su esfuerzo. Es decir, que Houston alcanzó la máxima gloria en el terreno laboral, pero la situación anímica, personal y patrimonial en la que se encuentra hoy es pésima.

Su matrimonio acabó mal, se ha divorciado de su marido Bobby Brown -  que estuvo en prisión en varias ocasiones-. Recientemente, según su portavoz Nancy Seltzer, ha sido internada en clínicas de rehabilitación de drogadictos, ha reconocido ser consumidora habitual de crack e incluso de heroína, drogas que dejan secuelas gravísimas.

El periódico británico The Sun publicó un reportaje sobre su situación en la que mostraba a la famosa cantante en un estado calamitoso: padece el síndrome de Diógenes –permanece rodeada de basura y sin ducharse-; según este rotativo, piensa que le persiguen demonios, se muerde los brazos e incluso ha realizado un agujero en la pared del baño por creerse vigilada. Es decir, ha tocado fondo en lo personal, o al menos atraviesa una grave crisis en muchos ámbitos de su vida.

Las lecciones que podemos sacar de lo que hemos leído respecto a Houston son varias. Triunfar en la vida es algo muy complicado. Indudablemente, la diva norteamericana tuvo éxito a base de esfuerzo y superación en su ámbito profesional, pero es obvio que ese gran logro no lo trasladó a su esfera personal. Esta ilustrativa historia nos da pie para reflexionar y extraer conclusiones. ¿De qué sirve llegar a ser un número uno en faceta profesional, si en la dura ascensión a la cima dejas jirones de tu piel? Es obvio que Houston es una persona inteligente y su estela vital nos hace presumir  que es trabajadora y capaz. Sin embargo, ¿qué inteligencia es la más adecuada para triunfar? Posiblemente, ella sea capaz para algunas cosas pero no para otras muy importantes.

Inteligencia Vital

Daniel Goleman nos anticipó que las mediciones tradicionales del coeficiente intelectual ya no son válidas en la sociedad actual y que la inteligencia emocional es vital para navegar por la jungla, en detrimento de los baremos más antiguos que se utilizan para medir la inteligencia. Se deben potenciar nuevos tipos de inteligencia, por ejemplo, la social, consistente en las habilidades para relacionarse con los demás.

En el libro de Karl Albrecht, La inteligencia social, el autor nos habla de los tipos que existen: abstracta, social, práctica, emocional, estética y cenestésica. Hay que intentar desarrollarlas sin concentrase solo en una; es cierto que haríamos bien en destinar el mismo esfuerzo a liderar no sólo en el terreno profesional sino también en los aspectos personales, es lo que con acierto denominó Baltasar Gracián “el arte de ser dichoso”.

Desde el punto de vista empresarial, la dramática situación personal por la que atraviesa la admirada cantante norteamericana, nos lleva a reafirmarnos en nuestra convicción de fomentar aun mas las políticas de conciliación de la vida personal y familiar, a humanizar la empresa, también a deducir que lo que ganamos por un lado –el profesional-, se puede derrumbar por la otra vertiente, -la personal-, por el plano afectivo y familiar. Esperemos que la prodigiosa voz de Houston vuelva a emocionarnos pronto y que su historia no se repita. Vienen a colación las palabras de Francois Mauriac: “De nada sirve al hombre ganar la Luna si se llega a perder la Tierra”, el equilibrio debe presidir nuestro viaje.

Por Martín Hernández – Palacios

on Wednesday, February 22, 2012
"Dios ha creado al hombre como un animal sociable, con la inclinación y bajo la necesidad de convivir con los seres de su propia especie, y le ha dotado, además, de lenguaje, para que sea el gran instrumento y lazo común de la sociedad".  John Locke


En HUMANISMO Y VALORES creemos firmemente que una de las principales responsabilidades de cualquier político, independientemente del partido al que pertenezca, es la de mantener y fomentar la paz social y la unidad de la sociedad a la que representa. Lo opuesto, es decir, incitar a la confrontación y a la división, no solo constituye un atentado a la ética más elemental y resulta absolutamente contrario a los principios que justifican o inspiran cualquier sociedad, sino que también es claramente antagónico con los valores humanos que desde aquí tratamos de defender.

Por otro lado y dado que el lenguaje constituye la principal herramienta de comunicación y entendimiento entre los seres humanos, cabría decir que la utilización instrumental del idioma con cualesquiera otros fines que no sean los encaminados a fomentar esa comunicación, el entendimiento entre semejantes y por tanto la cohesión social, no sólo constituye un grave atentado contra las personas que conforman dicha sociedad, sino que además debería ser motivo suficiente para exigir las correspondientes responsabilidades políticas, administrativas e incluso penales de quienes en ello incurren, especialmente tratándose de personas en cargos administrativos públicos.

Durante los últimos años, en España y más concretamente desde algunas comunidades autónomas, se esta tratando de convertir la cuestión del idioma en una supuesta batalla en favor de la identidad y la cultura particular de dichas regiones o comunidades, cuando en realidad lo que se persigue con ello es la justificación de determinados espacios y cargos políticos, obtener ventajas económicas frente a otras regiones y mantener, en definitiva, una estructura administrativa del territorio tan anacrónica como insostenible desde un punto de vista económico e incluso social, pues la deriva de todo ello, como se puede constatar, no está siendo sino la radicalización de posturas, la fragmentación del territorio, la bancarrota del Estado y de las propias comunidades y, como última consecuencia, la división, la confrontación social, la disminución del bienestar y el empeoramiento de las condiciones y de la calidad de vida, de la inmensa mayoría de las personas que componen esa sociedad.

Frente a todo ello, cabe oponer el sentido común y la idea universalmente aceptada de que tanto los rasgos identitarios, como las particularidades idiomáticas constituyen parte irrenunciable de nuestro legado histórico y de nuestra riqueza y variedad cultural y que por lo tanto deben ser preservados de forma razonable y razonada. Más allá de ello, tratar de subvertir a una sociedad en base a rasgos diferenciadores, o situarla por encima de cualquier otra en base a dichas diferencias, no sólo constituye una aberración desde el punto de vista de la ética o los valores humanos, sino que en ello podemos encontrar, tal y como demuestra la historia, algunos de los motivos que desde el principio de los tiempos ha llevado a los seres humanos a exterminarse entre ellos y al empobrecimiento cultural y económico más absoluto.

Hablen los catalanes su catalán, los vascos su euskera, los gallegos su gallego, los asturianos su bable, los valencianos su valenciano, los mallorquines su mallorquín y en La Gomera que siga sobreviviendo el silbo, pero por favor, basta ya de utilizar el idioma para dividir y enfrentar a una sociedad. Y por encima de todo, que todos ellos sean capaces de entenderse debidamente entre sí, utilizando para ello el español: el idioma común de todos los españoles... y el de otros 450 millones de seres humanos.

Desde esta perspectiva y ante el agravamiento de la situación lingüística en Cataluña, queremos publicar hoy el magnífico artículo de Antonio Guerra Caballero, cuyo tono, quizás algo más jurídico y político que la línea habitual de esta página, no desvirtúa en modo alguno el fondo de la cuestión y su absoluta trascendencia desde el punto de vista de los valores humanos.

Por Alberto de Zunzunegui

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La educación de las personas, desde la niñez, es un derecho fundamental reconocido tanto en nuestra Constitución Española (CE) como en los textos de Derecho Internacional. Así, en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el 7 de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, se declara que los padres tienen el derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a los hijos. Y, respecto a la enseñanza del idioma español y los  dialectos que existen en nuestro país, nuestra CE dispone en su artículo 3: “1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. 2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos…”. Y el artículo 27 del texto constitucional establece, entre otras cosas, que se reconoce la libertad de enseñanza, que la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales, y que los poderes públicos garantizarán el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Vemos, pues, cómo tanto los texto de Derecho Internacional, que obligan a nuestro país en virtud de lo dispuesto en el artículo 10 de nuestra CE, y también por el mandato establecido en ésta, el castellano es la lengua oficial en toda España, y todos los españoles no sólo tienen el “derecho a usarlo”, sino también el “deber de conocerlo”.

Por su parte, el Tribunal Constitucional (TC) en su sentencia 31/2010, ya declaró que el castellano es también – junto con el catalán – lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña. Asimismo, el Tribunal Supremo (TS), tanto en su primera sentencia de 1993 como en las de julio y diciembre de 2010, se ha pronunciado en idéntico sentido, cuyas resoluciones judiciales, al emanar de ambos Altos Tribunales, crean doctrina jurisprudencial, estando obligada la Generalidad de Cataluña a acatarlas y cumplirlas en sus propios términos. Concretamente, la citada sentencia del TC nº 31/2010, que se dictó sobre el Estatuto catalán, considera también al castellano como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña junto con el catalán para todos los alumnos. Y lo anterior significa que el sistema catalán de enseñanza pública necesariamente ha de adoptar las medidas procedentes para que los niños que deseen estudiar en castellano puedan hacerlo sin impedimento alguno, en condiciones de igualdad con los que  estudian en catalán.

Es decir, que el gobierno de la Generalidad no puede obligar a los niños castellanoparlantes a que aprendan solo en la lengua catalana, que es lo que a toda costa las autoridades catalanas quieren imponer. Y debido a semejante  terquedad, miles de niños se ven cada año ante el drama de quedarse sin escolarizar en Cataluña, con la consiguiente angustia también de sus padres, lo que supone una flagrante discriminación contra esos niños y un claro ataque a uno de los valores humanos de la persona: el de poder aprender y ser educado en libertad y escoger para ello la lengua materna que más interese a los derechos del niño y al bien de su formación, a elección de sus padres mientras sean menores de edad. Y, según se cree, con ello, vuelve a darse ese crónico complejo catalán frente a lo español, por la equivocada creencia de que, al ser todo lo español más extenso que lo catalán (el castellano lo hablan 500 millones de personas en el mundo y el catalán apenas unos 300.000), pues España va así a empequeñecer a Cataluña, cuando es todo lo contrario.

La obligación de cumplir dichas sentencias viene dada en virtud de lo dispuesto en el artículo 118 de la Constitución, que dispone: “Es obligado cumplir las sentencias y demás resoluciones firmes de los Jueces y Tribunales, así como prestar la colaboración requerida por éstos en el curso del proceso y en la ejecución de lo resuelto”. Pero como quiera que la Generalidad se viene resistiendo de forma numantina al cumplimiento de dichas sentencias, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), se vio obligado a dictar, en julio de 2011, un Auto de la Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso administrativo instando a la Generalitat a aplicar dichas sentencias en un plazo de dos meses, contra el sistema de inmersión en catalán en la enseñanza que el TS dictó en diciembre de 2010, y que conminaban a la Consejería de Educación a garantizar que el castellano fuera también lengua vehicular en las escuelas catalanas. Dicho plazo expiró en el pasado mes de septiembre; y, habida cuenta de que las autoridades catalanas se siguen oponiendo al cumplimiento de tales resoluciones judiciales, demorando su aplicación con tácticas y argucias dilatorias y torpedeando su ejecución, pues es por ello que se crea en aquella Comunidad un grave problema de resistencia a aplicar la CE y de desobediencia al TC, TS y TSJC de consecuencias imprevisibles.

Porque no sólo se trata de desobedecer a los más altos Tribunales de Justicia de nuestro país, sino que, además, las autoridades catalanas se vienen  jactando de forma ostentosa, pública y notoria de incumplir tales mandatos constitucionales y judiciales, incluso con el apoyo explícito  del anterior gobierno central. Por ejemplo, se han vertido frases ante los medios de comunicación que se estima que son claramente anunciadoras del posible desacato o resistencia a la aplicación de dichas sentencias en sus propios términos, como las de reiterar en numerosas ocasiones que  “de ninguna manera se va a cambiar el modelo lingüístico en las escuelas que excluyen la enseñanza en español”, tal y como les han requerido los dichos Tribunales;  “no renunciaremos al modelo de inmersión lingüística (obligatoria), que ha sido un modelo de éxito por la catalanidad que incorpora”; “Desarrollaremos todo lo que haga falta (de la inmersión lingüística obligatoria), para que todo el mundo tenga claro que de esto haremos un casus belli”; “No hace falta modificar lo que ha funcionado bien”, en referencia a la inmersión lingüística obligatoria, un modelo que no piensan cambiar desde la Generalidad; “es inaceptable (un cambio) para nosotros”.

Y ello, sinceramente, creo que es altamente preocupante, como también lo es la deriva independentista en múltiples declaraciones de componentes del Gobierno de la Generalidad, de su otra resistencia al uso de la bandera española junto a la catalana en los edificios públicos que, sobre todo tras la aprobación del nuevo Estatuto, está teniendo lugar en Cataluña, así como la exorbitante pretensión del llamado “pacto fiscal” casi por la fuerza, aun sin estar previsto en la Constitución, etc. Todo ello, digo, hace mantener en la opinión pública la creencia general, que ya tiene, de que el independentismo está yendo mucho más allá del mero nacionalismo político, y que muchos catalanes soberanistas están cada vez más crecidos y que quizá cuando se tenga que abordar seriamente estos desmanes, sea ya demasiado tarde; porque, además, el virus secesionista puede prender y extrapolarse a otras Comunidades de corte soberanista, como el País Vasco y, en menor medida, también Galicia.

En un Estado de Derecho las sentencias de los Tribunales es obligatorio cumplirlas por todos, salvo que se recurran y se suspenda su ejecución. Pero, como las del Tribunal Supremo son irrecurribles por definición (dejemos a un lado los problemas derivados del planteamiento de un recurso de amparo, que aquí no se da) son firmes y hay que ejecutarlas. Además, cuando hay más de una, constituyen jurisprudencia. Ello significar que vinculan a todos los Tribunales de Justicia, que tienen que aplicar la doctrina que en ellas se recoge siempre que conozcan de un caso similar. Cuando el beneficiado por la sentencia, o sea, el que ha ganado el pleito (en este caso los padres que quieren que sus hijos estudien en castellano en Cataluña) estima que el que ha perdido el pleito (la Consejería de Educación de la Generalitat) no ha ejecutado adecuadamente el fallo, se tiene derecho a plantear un incidente de ejecución, que no es un nuevo pleito sobre el fondo del asunto, sino simplemente un procedimiento muy corto y sencillo en el que el Tribunal al que se plantea el incidente (en este caso el TSJ de Cataluña) valora, a la vista de las argumentaciones de las dos partes, si se ha producido o no el cumplimiento o de la sentencia en los términos previstos en ella.

El fallo de la STS de 9-12-2010, considera que no basta con que se atienda la pretensión de los demandantes y que a sus hijos y sólo a ellos se les respete el derecho a usar el castellano como lengua vehicular en la enseñanza, sino que hay que garantizar con carácter general que el castellano sea también una lengua vehicular en Cataluña, aunque obviamente deja a la Consejería de Educación la decisión sobre los medios a adoptar para conseguir este objetivo. Es de recordar que todos los argumentos jurídicos a favor y en contra de la legalidad de la situación actual de la enseñanza pública en Cataluña (por simplificar, la denominada “inmersión en catalán”) ya han sido tratados y considerados por el Tribunal Supremo en dicha sentencia; en el caso que nos ocupa, los argumentos jurídicos de la Generalidad y de su Consejería de Enseñanza han sido desestimados, dado que han perdido el pleito. Por esa razón, en vía de incidente de ejecución, no procede su reconsideración, es decir, ya no toca volver a tratar de este tema, por ser cosa juzgada. El tribunal (en este caso, el TSJ de Cataluña), dicta el Auto que resuelve el incidente de ejecución, se comunica a las partes y se cumple por la Administración demandada (Consejería de Educación).

Durante tres décadas, algunas entidades defensoras de la lengua española en Cataluña, vienen denunciando ante diferentes organismos nacionales e internacionales, la discriminación que la lengua española está allí sufriendo. De resultas de estas denuncias, organismos como la ONU, la UNESCO, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el ECRI y la Secretaría de Estado de EEUU (Sección Derechos Humanos) han emitido informes en los que indican que la inmersión lingüística es nefasta, cruel, discriminatoria y totalitaria, porque discrimina a más del 50% de la población residente en esta área.  La grave desobediencia civil que comporta, al venir protagonizada por Autoridades y relevantes cargos públicos, podría dar lugar, una vez deviniera firme y ejecutiva la resolución judicial, a la comisión del delito de desobediencia previsto en el art. 410 del Código Penal. Y es que, verdaderamente, estamos en presencia de una flagrante discriminación y de un ataque palmario a los derechos de los padres a educar a los hijos en la lengua castellana; e, igualmente, se discrimina y maltrata a los niños en cuanto a que se les priva de un derecho fundamental reconocido tanto universalmente como en nuestra Constitución, por vulneración de las normas que han sido citadas; motivos por los que se cree que las autoridades afectadas deberían de actuar con mayor serenidad y juicio ponderado, con prudencia, sensatez y sentido común, debiendo juiciosamente y de forma objetiva, anteponer los derechos de los niños, de los padres y el perjuicio y el posible trauma humano que pueden producirles a los niños, a los meros planteamientos partidistas o políticos.

Por Antonio Guerra Caballero

on Sunday, February 19, 2012
Reseña Literaria: "NUEVA IZQUIERDA Y CRISTIANISMO", de Francisco J. Contreras y Diego Poole. Madrid, Ediciones Encuentro, 2011, 272 págs.

En 2011 la madrileña editorial Encuentro publicó, con prólogo de Jaime Mayor Oreja, un libro importante: Nueva izquierda y cristianismo, de Francisco José Contreras y Diego Poole, ambos docentes de Filosofía del Derecho: catedrático en la Universidad de Sevilla el primero y profesor titular en la Rey Juan Carlos de Madrid el segundo.

En Nostalgia del Absoluto (2001), Steiner criticaba cómo la erosión del cristianismo en Occidente provocó el surgimiento de pretendidas teologías sustitutivas como el marxismo, el psicoanálisis y la antropología estructural, que han resultado fallidas. Este libro revela cómo tras el fracaso socio-económico de la izquierda, han sido los ámbitos moral y cultural el objeto de un proyecto que identifica a la Iglesia como la única –o la última- “resistencia” organizada a un programa que procura llevarse a cabo desde lo que Cuenca Toribio ha denominado “la pretendida –¿e inverificable?– superioridad intelectual y moral de la Izquierda sobre la Derecha” (Ensayos contemporáneos, Madrid, Actas, 20120, pp. 211-252) y teniendo al relativismo como motor de todas las acciones.

El 18 de abril de 2005, el aún cardenal Joseph Ratzinger –que en apenas veinticuatro horas cambiaría el capelo cardenalicio por la mitra (antes tiara) papal– ofició en la Basílica de San Pedro y como decano del Colegio Cardenalicio, la Missa pro eligendo Romano Pontifice previa al cónclave. Su homilía fue uno de los textos más clarividentes de, se quiera o no, uno de los intelectuales más importantes de Europa. En sus palabras, denunciaba en nuestros días una dictadura del relativismo que reconoce como último referente el propio yo y sus deseos. El relativismo ha sido una de las dolencias principales del siglo XX. Su aplicación en los ámbitos moral o cultural es deletéreo para el ser humano. La actitud acrítica, irracionalista y uniformadora conduce al anarquismo epistemológico y bajo su apariencia anida no pocas veces una cuestión más profunda que puede llegar a enmascarar intereses personales o tendencias particulares.

Obras como ésta que se reseña ahora, como la de Antonio Valdecantos Contra el relativismo (1999),  la recentísima del propio Diego Poole ¿Qué es el relativismo? (2010) y tantas y tantas otras… han ido poniendo definitivamente al descubierto los mecanismos mentales del relativismo evidenciando su raquitismo de miras, su concepción jibarizada del hombre y su influencia en la cultura. En ellas se arrumba la tesis de que la verdad es algo relativo a una cultura y se retoma la senda saludable de los valores y de las esencias. Pues la verdad existe, y existe también el error, y el relativismo subjetivo, en ocasiones, no es otra cosa que el escepticismo en torno a la existencia de un referente cultural como puedan ser ciertos valores de definición positiva.

Precisamente, del último Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Howard Gardner, nos llegó el pasado año su obra Verdad, Belleza y Bondad reformuladas. La enseñanza de las virtudes en el siglo XXI (Barcelona, Paidós, 2011). En sus páginas, la belleza queda reformulada como “una mera amalgama de interés, memorabilidad de la forma e inclinación a la reexperiencia”. Según Gardner, frente a la verdad como empeño colectivo, la belleza es asunto personal. El problema es que si un valor no tiene vocación universal, deja de serlo; de lo contrario, se cae en la opinión como sistema cultural, según denuncian J. Ignacio Ruiz y Francisco Mochón al final de El colapso de Occidente (2011).

La obra de Francisco José Contreras y Diego Poole es ya, por tanto, faro de referencia en un tiempo en que algunas cosas pueden –y deben– empezar a cambiar.

Por Jaime Olmedo Ramos, Director Técnico del Diccionario Biográfico Español, REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.

on Saturday, February 18, 2012
"El secreto de la genialidad es el de conservar el espíritu del niño hasta la vejez, lo cual quiere decir nunca perder el entusiasmo". Aldous Huxley

Por desgracia la sombra del dios Chronos es tan larga como la de los cipreses a la puesta de sol y al final a todos nos alcanza esa helada umbría, que tanto pesa en el hombre. Y por más que tratemos de paliar la realidad con alegrías, cánticos, descorches y repostes, el resultado empírico es que nos hacemos mayores, que envejecemos y que el envase se deteriora inevitablemente, mientras vamos cumpliendo años de forma inmisericorde.

Con todo, lo verdaderamente triste no es el hecho de tener conciencia del movimiento en las hojas del calendario o constatar nuestra condición mortal y pasajera; ni tan siquiera ver el craquelado de nuestra cara, que con la edad nos terminará devolviendo el espejo o padecer los achaques propios de la vejez, sino descubrir cuán irresponsables son quienes descuidan su vida, hasta el punto de malvivir o malgastar este breve lapso de tiempo en la historia del Universo, o incluso llegar a emplearlo de forma indigna, para uno mismo y para los demás. Al final no es tanto la cantidad de tiempo vivido, sino la calidad de nuestra vida y más concretamente, la calidad humana, que es lo que verdaderamente confiere sentido a nuestra existencia.

Y si triste es morir siendo un niño o estando en la flor de la vida, más triste es abandonar el mundo peinando canas, sin haber realizado a lo largo de los años algo por lo que hubiera merecido realmente la pena vivir todo es tiempo; o peor aún, haberlo empleado para destruir o perjudicar las vidas de otras personas. Quienes así transitan por el mundo, no sólo desprecian a sus semejantes, sino que cometen un atentado contra su propia esencia, malversando miserablemente ese milagro -la vida- que se les ha concedido con generosidad y olvidando que, antes o después, su tiempo también habrá pasado. Ignorando, que inevitablemente deberán afrontar ese último trance con la única compañía de su conciencia y que cualquier cosa material que hubieran podido acumular con el paso de los años, en ese último instante habrá perdido todo su valor. 

Por eso, qué no cambiarían o darían en ese último momento por poder prolongar un poco más la estancia en este hotel terrenal, aunque fueran apenas algunas pocas horas más. Qué no darían por tener en ese momento una mano amiga, cálida, firme y sincera junto a ellos, que acariciara su alma y mitigara su pena, no por evitar lo inevitable, sino por sentir que al menos se marcharán habiendo importado a alguien y que habrá quien realmente lamente su muerte… Qué no darían por evitar tener que soportar el lúgubre y agitado revoloteo de los cuervos a los pies de la cama, que a distancia prudente esperarán recoger algún despojo de todo aquello que no puede llevarse en ese viaje… Qué no darían por conseguir, en ese momento, cambiar algo de sus vidas.

Al final es nuestro grado de responsabilidad  y compromiso lo que verdaderamente confiere un sentido a nuestra existencia. Y ese sentimiento, el de reconocer alguna utilidad en lo que hacemos a lo largo de nuestra vida, es algo que inevitablemente necesitamos para desterrar cualquier sensación de fracaso, para sentirnos realizados y para alcanzar una cierta paz y plenitud espiritual, que es lo que en definitiva nos aproxima a la felicidad. Evitar la vejez o detener el paso del tiempo es algo que escapa a nuestras capacidades, pero decidir cómo llegamos ella y en qué empleamos el plazo que se nos ha concedido, es algo que si esta en nuestras manos, al menos en cierta medida.

Quizás por eso recientemente recordaba, una vez más y con motivo de mi cumpleaños, el poema The Bridge Builder (El Constructor de Puentes), de la poetisa norteamericana Will Allen Dromgoole (1):
                            .                        
                                                 An old man, going a lone highway,
Came, at the evening, cold and gray,
To a chasm, vast, and deep, and wide,
Through which was flowing a sullen tide.

The old man crossed in the twilight dim;
The sullen stream had no fear for him;
But he turned, when safe on the other side,
And built a bridge to span the tide.

"Old man," said a fellow pilgrim, near,
"You are wasting strength with building here;
Your journey will end with the ending day;
You never again will pass this way;
You've crossed the chasm, deep and wide-
Why build you this bridge at the evening tide?"

The builder lifted his old gray head:
"Good friend, in the path I have come," he said,
"There followeth after me today,
A youth, whose feet must pass this way.

This chasm, that has been naught to me,
To that fair-haired youth may a pitfall be.
He, too, must cross in the twilight dim;
Good friend, I am building this bridge for him."

Y es que más que celebrar o llorar el paso de los años, deberíamos celebrar o llorar la dignidad o indignidad de nuestro paso por el mundo y revisar nuestro compromiso con ese don que se nos ha concedido, de forma que cada vela que pongamos sea una llamada a nuestra conciencia y una reflexión personal: una vela encendida por cada año vivido responsablemente y con plenitud, por cada puente construido para quienes vienen detras… y una vela que mantendremos apagada por cada año perdido, malversado o vivido de forma indigna... por cada puente que olvidamos construir a nuestro paso.

Particularmente, quiero pensar que la mayoría de las velas de mi vida están encendidas; al menos esa es la sensación que tengo y eso me llena de una profunda y serena alegría… incluso cada vez que cumplo años.

Por Alberto de Zunzunegui


(1) Traducción libre del poema original en inglés:

Un anciano peregrino, caminando por un sendero solitario, llegó al atardecer de un día gris y frío a un inmenso desfiladero, ancho y profundo, por donde discurría un peligroso río. 

A pesar de la oscuridad el anciano consiguió alcanzar el otro lado,  pues las tenebrosas aguas no le amedrentaban; más al llegar a la otra orilla se detuvo y se puso a construir un puente con el que poder cruzar la corriente.

"Anciano –le dijo otro peregrino-. Derrochas energías con tu obra; tu viaje habrá concluido al terminar el día, y nunca más pasarás por este camino; ya has cruzado el profundo y tenebroso barranco, ¿por qué construyes un puente al atardecer?". 

El anciano constructor irguió su gris cabeza: “Buen amigo –dijo-, hoy en el camino me seguía un joven cuyos pies también deberán pasar por aquí. Este barranco, que para mí apenas supuso un problema, puede ser una fatal dificultad para ese joven de pelo rubio. Él también deberá cruzar en la oscuridad del atardecer; buen amigo, para él construyo el puente".

on Saturday, February 4, 2012

No sé cuanto tiempo había pasado desde mi llegada. Tenía la sensación de haber estado ya antes en esta ciudad bulliciosa y alegre, plagada de vías rápidas por donde circulaban cientos de vehículos, y abarrotada de  gentes de cualquier edad y condición que entraban y salían de los comercios para hacer las últimas compras, a punto de acabar la Navidad. ¿Había estado antes aquí?

Después de un largo paseo por la orilla del río, bordeada de construcciones pequeñas y, por qué no decirlo, algo empalagosas, llegué al casco antiguo. Me adentré en el silencio de sus calles peatonales y fui acercándome a la Catedral, que, desde su montículo, acompañaba mis pasos, desde que saliera de la Estación Central.

Sus dos torres, que un día fueran las más altas del mundo, empequeñecían cuando te aproximabas, mientras que el conjunto imponente de su estructura te dejaba boquiabierto borrando de un plumazo toda capacidad descriptiva. Ahí estaba ella imponente y mágica, mientras que minúscula, impotente y pasmada a sus pies, estaba yo. Rodeando a pasos cortos y casi en su totalidad tan espléndida belleza, me preguntaba, como siempre que contemplaba una catedral gótica, de qué manera habrían podido levantar esta estructura y qué es lo que habrían sentido todos aquellos que, desde el principio de los tiempos, tuvieron algo que ver con su construcción; todos los cientos de hombres que, durante más de seiscientos años, dejaron lo mejor de su saber y de su esfuerzo en este prodigio de piedra bordada y de exquisitas vidrieras por las que se filtraban miles de arco iris de ilusión. Pero sólo disponía de una de las guías al uso en la que decía que su primer promotor había sido Conrado de Hostän, sin dar muchos más datos y, a su vez, afirmaba que el arzobispo que había encargado su construcción  había muerto apenas comenzadas las obras. Me hubiera gustado saber más de ellos, ponerles cara. Bueno, realmente lo que me habría gustado es hablar con alguno, fuera el que fuese, y aunque sólo hubiera sido una vez. Y, ya puestos, ¿por qué no tener una parrafada con Santa Elena, y preguntarle si alguien le había contado que las reliquias de los Magos, que con tanto amor protegiera, habían hallado cobijo, tras su peregrinar por Constantinopla y Milán, en este lujoso e imponente templo de la cristiandad?

Apenas repuesta de la ensoñación y caminando sonámbula de vuelta al mundo, había dado con mis huesos en este pequeño bar de la Hohe Strasse, y aquí me hallaba aguardando la llegada de mis tres invitados, sin saber si eran ellos quienes se retrasaban o era yo que, incomprensiblemente, había perdido el reloj.

Se abrió la puerta, los tres llegaban juntos, su atuendo era sencillo elegante y curiosamente actual, podrían haber pasado por tres correctos funcionarios de cualquier ciudad europea, pero eran ellos ¡si lo sabría yo!

Aun sin conocernos sobraban las presentaciones. Les ofrecí asiento y  Baltasar, que no sé por qué me recordó a Sydney Poitier, se sentó junto a mí mientras se quejaba del frío, cosa natural.

-Pues bien, me dijo, aquí nos tienes. Quizá tengas curiosidad por saber por qué te hemos invitado a venir en estas fechas de trabajo intenso para nosotros. Mis dos colegas  me han pedido que sea yo el que inicie nuestra charla, y te explique el motivo de que, por vez primera, hayamos sido nosotros los remitentes de una carta, y de la razón de que hayas sido tú, precisamente tú, la destinataria de la misma.

Tres son las razones principales. En primer lugar, porque hace ya demasiados años que te quejas en tus fieles misivas de que somos tus amigos más antiguos, y de que, a pesar de ello, nunca has conseguido vernos. En segundo, porque llevas el nombre de nuestra protectora, y en tercero porque hace casi un siglo pasó por aquí un universitario de Dresden, que había gastado todos sus ahorrillos en venir a visitar la Catedral. Empleó varios días en recorrer las naves, fotografiando las vidrieras, y se detuvo particularmente en la contemplación de nuestro Relicario. Amaba extraordinariamente esta ciudad y tenía el proyecto de rodar un corto de fin de carrera que se llamaría “Los amigos desconocidos” pues también a él le parecía increíble que, a través de los siglos, todos aceptasen nuestros obsequios y nadie sintiera la curiosidad de sabernos cercanos; de podernos ver. Recordamos muy bien su aspecto de entonces, y se parecía extraordinariamente a ti. La guerra, una de tantas, le impidió ver realizado su sueño, y no pudo volver jamás a Colonia, así que no consiguió llevar a cabo aquel hermoso y lúcido proyecto. Nunca pidió en sus cartas nada para si mismo, pero siempre incluía dos folios con peticiones para los demás.

Estos son los motivos – ya que vosotros necesitáis motivos para todo-, por lo que este año decidimos entre los tres, que sería hermoso responder a tus cartas, en las que, como él, te asombrabas de que después de tantos y tantos años, nadie hubiera pedido podernos ver.

Mientras hablaba, sus dos colegas me miraban dulce y serenamente, no le interrumpieron ni una sola vez y yo perpleja, enmudecida, absorta y seguro que con cara de boba, permanecía a su lado sin poderme mover. Melchor, para cortar el hielo se apresuró a intervenir: ¿Te encuentras bien, quieres un vino caliente? - No gracias, estoy perfectamente es que… prefiero seguir escuchando cuanto tengáis  que decir - musité yo con un hilillo de voz entrecortada-,  y pensé ¡Dios mío a mi edad y en estos bretes ¿Qué van a decir de mí?

Queremos pedirte un favor, ¿Podrías decir a tus amigos al regresar que nos envíen aquí las cartas? Muchos de los niños que nos escriben lo hacen a Oriente, como tú, prosiguió Melchor. Es posible que no sepan que no hemos vuelto allí desde que salimos del laboratorio donde trabajábamos juntos en Persia, -bueno Baltasar vino desde Babilonia para integrarse en nuestro equipo de investigación-, guiados por el fulgor de  esa extraña y nueva estrella, y ya no regresamos más. El viaje fue penoso y complicado, perdimos a algunos buenos compañeros, por eso habrás oído eso de que no éramos tres magos, sino alguno más. A veces, en la larga marcha, desesperábamos de alcanzar nuestra meta, y cuando al fin encontramos al Niño y le hicimos entrega de los regalos que, con tanto esfuerzo adquirimos entre todos, nuestras vidas cambiaron, Tomás, Santo Tomás, ¿Sabes?, fue nuestro guía espiritual y permanecimos con los primeros cristianos hasta que, pasado el tiempo, subimos al cielo y cuando por Navidad bajamos a veros, con nuestros regalos, nos alojamos siempre  aquí en Alemania, en nuestra Catedral

¡Por cierto!, ninguno de nosotros éramos reyes, sino estudiosos de la ciencia de la astrología y, gracias a tantos años de estudio encontramos nuestro autentico camino. En ocasiones, del modo más simple y cuando menos lo esperas, la vida cambia de forma radical.

Por aquí han ocurrido tantos prodigios y desastres  que ni te lo puedes imaginar. Hubo incluso  una guerra atroz, ¡otra guerra!, que destruyó casi por completo esta ciudad. Solo quedó en pie nuestra hermosa casa, todo lo demás que ves está reconstruido. Quizá por eso, sigue circulando la leyenda de que mientras la catedral no se derrumbe Colonia no dejará de existir, pero la realidad es que sólo los hombres son capaces de destruir los milagros, para luego volverlos a edificar.

En cuanto a los regalos han variado tanto a través de los tiempos que hemos montado un enorme museo en el más allá, y a cuantos vienen a descansar con nosotros les abrimos la puerta y algunos de ellos se quedan, y aprenden de nuevo a jugar.

De repente sonaron recias las campanas

¡Es la nuestra, la Königsglocke, nos avisan los compañeros de que hay que ponerse a trabajar! intervino, Gaspar por vez primera. Sentimos dejarte, pero mañana ven a la misma hora y te enseñaremos a fondo la catedral. Por cierto el joven de Dresden que se llamaba Ferdinand, también trabaja en nuestro museo como encargado de la traducción de  películas que traemos para los niños cada Navidad. Es feliz, sigue siendo bueno y ha encontrado, al fin, la paz...

Bitte, bitte sehr!  El camarero me entregaba la cuenta. Los tres señores que acaban de entrar se habían sentado en la mesa de al lado sin apenas mirarme. Tomé el último sorbo de café y me enrollé la bufanda al cuello. El frío del anochecer helaba las calles. Todavía tenía tiempo de  llegar a cenar al hotel. Mañana,  si Dios quiere, ya menos cansada, podría volver a la catedral.

Por Elena Méndez-Leite